Solo vivimos una vez

   Ya pasaron tres días desde la última vez que escribí en el blog, y estos tres días fueron algo completamente fuera de lo ordinario. Así que pónganse cómodos, porque puede ser que hoy escriba un poco más de lo que he escrito antes. Este ha sido un viaje en donde el tiempo ha dejado de existir, y el espacio se ha convertido en una realidad que parece totalmente ajena a la mía. Por más que intento creer que soy yo la que esta viviendo esto, me cuesta mucho trabajo. El lunes nos despertamos muy temprano y nos dirigimos a Mesa Verde. Paramos en Durango a comer y seguimos. No sabíamos mucho de Mesa Verde, y por supuesto fue muy ingenuo de mi parte pensar que íbamos a tener tiempo de ir a Mesa Verde y a Monument Valley el mismo día. Era casi la 1 de la tarde cuando llegamos al parquet, pero ¡no tenía idea de que fuera tan grande! Manejas y manejas desde la entrada hasta el centro de bienvenida. Para los que no saben sobre Mesa Verde, es un parque nacional que preserva registros de la gente “Pueblo”, que vivió en ese lugar hace más de 750 años. Tiene varios lugares que se pueden visitar sin un guía, y tres lugares a los que no se puede ir sin guía. El más famoso es Cliff Palace, y no había boletos hasta las 5 de la tarde, así que decidimos ir al de Long House. Es la segunda comunidad más grande preservada en Estados Unidos. Tuvimos que manejar otros 45 minutos desde el centro hasta donde empieza el tour. Valió toda la pena; fue super interesante, tiene muchísima historia y hechos interesantes sobre el lugar, aprendimos mucho. Cuando el tour terminó eran casi las 6 de la tarde y el parque ya estaba cerrando, así que nos fuimos para Blanding. Definitivamente quiero regresar con más tiempo para explorar el resto del parque y aprender más.  Llegamos a Blanding un poco tarde y muy cansadas; manejamos mucho y también caminamos un poco. Comimos y nos fuimos a dormir. El martes nos volvimos a despertar muy temprano y nos fuimos a Monument Valley. No importa qué palabras decida usar para describir el camino hacia Monument Valley y lo que se ve, no se van a acercar a la realidad. Tienes que ir y verlo tú mismo. Es como caminar en un calendario o en una postal. En algún punto de la carretera se empieza ver el valle al fondo, y empiezas a acercarte…las rocas, los colores, el cielo…podrías sentarte ahí y contemplarlo toda la vida. Cuando llegamos ahí nos divertimos mucho tomando fotos con las rocas atrás y también me tomé un momento para sentarme en silencio y contemplar esa belleza. Después manejamos al borde sur del Gran Cañón. Fue un día muy intenso en todos los sentidos. Con respecto al clima pasamos de ciento y tantos Farenheit a una tormenta de granizo. Pasamos por desierto, planicies, bosque…vimos pájaros, venados, vacas, alces, ardillas…nos empapamos; de 3000 pies a nivel del mar a casi 9000, y las emociones fluyeron de la misma manera. El parque nacional del Gran Cañón es enorme; manejas y manejas y crees que nunca vas a llegar. La primera parada fue en Desert View. Nos bajamos y lo vimos. Es como si tu cerebro no pudiera procesar lo que está viendo. Después nos subimos al coche otra vez y manejamos a Mather View. Tuvimos que esperarnos en el carro horas porque diluviaba, pero yo me moría de hambre (qué raro), así que saqué mi poncho y mi mamá su impermeable (que no sirvió de mucho) y corrimos al centro de bienvenida. Comimos y nos tomamos un café que estaba buenísimo. Todo el mundo estaba esperando a que la lluvia terminara. Finalmente dejó de llover y la vista que nos tocó después de la lluvia es algo que jamás voy a olvidar. Parece que no es real; es intimidante, y nosotras estábamos ahí siendo testigos de esa maravilla. Había mucha gente, pero no estuvo tan mal. Después de un rato decidimos irnos al hotel porque todavía teníamos que manejar un rato. En el camino vimos que muchos carros estaban parándose en la carretera, y vimos a los alces. Nos paramos también y fuimos a verlos. Nunca en mi vida había visto alces en vivo, y mucho menos comiendo en el bosque. Son criaturas magníficas, y no les importó toda la gente que estaba alrededor viéndolos. Todas las personas que estaban ahí fueron muy respetuosas y no hacían ruido. Logré acercarme bastante a ellos, no lo podía creer. Fue cerrar el día con broche de oro. Llegamos al hotel y nos dormimos. Hoy nos despertamos temprano, pero no tanto y fuimos al borde norte del Gran Cañón. Está muy lejos, pero la verdad es que me gustó mucho más. El paisaje en la carretera es mucho más bonito que el del borde sur; lo disfrutamos en grande. Al llegar no sabes bien a donde ir, pero como que no hay muchas opciones. Hay un hotel grande, así que entramos. Es un hotel hermoso y tiene una vista hermosísima del cañón. Hay una sala enorme con unas ventanas gigantes y sillones para que te sientes y disfrutes de la vista. Salimos a la terraza que tiene una fila de sillas justo en frente del cañón para que te sientes y contemples. Caminamos hacia las rocas para ver mejor. No sé por qué, pero la energía ahí se siente diferente que en el borde sur. Para empezar, hay mucha menos gente, y es otro tipo de gente…además se siente tanta paz que cuando llegué a las rocas empecé a llorar. Nos quedamos ahí un rato. Después caminamos un poco más y tomamos más fotos y disfrutamos de la vista, del olor, del sol. El día estuvo perfecto. Comimos algo, luego nos sentamos en la terraza un ratito. Desafortunadamente nos teníamos que ir porque todavía teníamos que manejar dos horas hacia nuestro hotel. Pero decidí que voy a regresar al Gran Cañón, me voy a quedar ahí varios días y explorar tanto como pueda. Llegamos al hotel  a las…ni idea…hemos estado cambiando tanto de horario que nos sentimos perdidas. Ayer y hoy estuvimos en la hora del Pacífico; ahorita estamos otra vez en la hora del centro…mañana regresamos a la hora del Pacífico. Pero como dije antes, en este viaje el tiempo no existe, y se siente maravilloso.